Confesión de Fe
"En mi infancia fui instruido en el 'protestantismo liberal'. Más tarde llegué a compenetrarme de los diversos aspectos del pensamiento secular y laico. La filosofía cientista y fenomenológica de mis maestros de la Sorbona me llevó casi a desesperar de la razón. En algún momento llegué a creer que podría encontrar la certeza total en las ciencias, tanto que Felix Le Dantec pensaba que mi novia y yo llegaríamos a ser discípulos de su materialismo biológico. Mi mayor deuda a los estudios de esa época en la Facultad de Ciencias fue el encuentro con la mujer que desde entonces, para mi dicha, ha estado a mi lado en una perfecta y feliz comunión.
"Antes de ser cautivado por Santo Tomás de Aquino, fui objeto de grandes influencias, aquellas de Charles Peguy, Henry Bergson y León Bloy. Al año de haber conocido a Bloy, mi esposa y yo fuimos bautizados católicos, ocasión en la que lo elegimos a él como nuestro padrino. Fue después de mi conversión al catolicismo que vine a conocer a Santo Tomás. Yo había peregrinado apasionadamente por todas las doctrinas de los filósofos modernos sin haber encontrado nada más que decepción y una incertidumbre extrema. Lo que ahora experimentaba fue como la iluminación de la razón. Mi vocación de filósofo despertó en toda su claridad
"Hoy, al cabo de treinta años de trabajo y combates, he seguido caminando por esa misma senda, con el sentimiento de una profunda y creciente simpatía por las exploraciones, descubrimientos y agonías del pensamiento moderno, en la medida en que lo penetro a la luz de esa sabiduría desarrollada a través de siglos, una sabiduría resistente a las fluctuaciones del tiempo.
"Pero para avanzar por esta ruta estamos obligados a conjugar extremos muy distantes, porque nuestros problemas no tienen soluciones pre-diseñadas en la herencia de los antiguos. También estamos obligados a entresacar meticulosamente la sustancia pura de las verdades — rechazadas por muchos modernos en su aversión a las que consideran despreciables opiniones del pasado —, de toda la escoria, los prejuicios, las imágenes añejas y las construcciones arbitrarias que muchos tradicionalistas confunden con lo que realmente debe ser venerado como inteligente.
"Este no es lugar para exponer tesis de la filosofía especulativa. Solamente diré que considero que la filosofía Tomista es una filosofía viviente y presente, con todo el poder de avanzar en la conquista de nuevas áreas de descubrimiento, justamente porque sus principios son firmes y orgánicamente relacionados.
"Si agrego a continuación que la metafísica que considero fundada en la verdad puede ser descrita como un realismo crítico y como una filosofía de la inteligencia y del ser o, más precisamente, como una filosofía del 'acto de existir', considerado como el acto y la perfección de todas las perfecciones, me estoy refiriendo, por supuesto, a fórmulas que sólo interesan a los especialistas." (1939)